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El pasado viernes 16 de Agosto, se realizó un sentido homenaje al Padre de la Patria, que este año contó con la participación especial de la Banda Militar “Ituzaingó” del Regimiento de Artillería 1 “Brigadier Gral. Iriarte”, que galardonó la jornada.
Compartimos a continuación las palabras que la Docente Melisa Bottarini leyó durante el acto, que expresan la grandeza de nuestro prócer:
“Libertador de América”, “Padre de la Patria”, “Gran Jefe”, “Héroe Máximo”, “Padre ejemplar”.
A lo largo de la historia hemos escuchado distintas formas de referirnos hacia el General José de San Martín pero todas con algo en común: la intención de destacar su gran labor y entrega para con nuestra patria y las demás naciones americanas.
José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, actual provincia de Corrientes, el 25 de febrero de 1778 y luego de vivir algunos años en Buenos Aires, se trasladó junto a su familia a España, donde comenzó su carrera militar.
Según nos cuenta la historia, en 1811 decidió renunciar a las grandes conquistas europeas para volver a su tierra natal y emprender su sueño, aquella misión libertadora que lo definió como el gran héroe, una etapa marcada por el servicio y la entrega completa a su ideal.
Una vez en Buenos Aires, contrajo matrimonio con Remedios Escalada y creó el Regimiento de Granaderos a Caballo que hoy lleva su nombre.
Fue nombrado general del Ejército del Norte en reemplazo de Manuel Belgrano, con quien se encontró en Salta. Previamente, el creador de nuestra bandera le había escrito en una de sus cartas: “Mi querido amigo y compañero: Mi corazón toma nuevo aliento cada instante que pienso que usted se me acerca; porque estoy firmemente persuadido de que usted salvará a la patria”.
Fue Gobernador de Cuyo en 1814, realizando una gestión extraordinaria donde sorprendió su plan de Salud Pública, educó a los frailes para que sean agentes sanitarios, que vacunen contra la viruela, creó hospitales públicos, salas de primeros auxilios, una escuela secundaria, fundó bibliotecas y fomentó la agricultura; al tiempo que preparaba el cruce de los Andes. Todo el pueblo cuyano colaboró según sus posibilidades para armar y aprovisionar al Ejército de los Andes. El propio gobernador dio el ejemplo reduciendo su propio sueldo a la mitad.
En 1816 nació su única hija, Mercedes, y en 1817 comenzó el heroico y estratégico Cruce de la cordillera: toda una proeza. Hasta hoy se considera el cruce nocturno de un ejército a mayor altura de la historia universal, a la que le siguieron victorias y derrotas, pero que al final alcanzó su objetivo: liberar por completo a este continente del poderío español.
San Martín pasó sus últimos años en Francia junto a Mercedes. Allí atravesó una difícil situación económica y graves problemas de salud. Finalmente falleció el 17 de agosto de 1850 y su última voluntad fue que su corazón descansase en Buenos Aires. Y así fue. Desde 1880 sus restos se encuentran en la Capilla Nuestra Señora de la Paz, en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.
Algunos autores sostienen que se ha intentado menoscabar su figura por intereses políticos, rememorando sólo las hazañas y victorias en el campo de batalla que lo convirtieron en prócer, dejando de lado al San Martín de carne y hueso, y también su rol político y humanista presente en toda su trayectoria al servicio de su patria.
Hoy, como cada 17 de agosto, recordemos a este militar que por su inteligencia es considerado uno de los grandes estrategas de la historia, pero que también poseía cualidades que muchas personas, de entonces y de hoy, tienen: cortesía, sinceridad, modestia y el llevar una vida sin lujos fueron valores que lo caracterizaban.
Su ejemplo como ser humano tendría que servirnos de guía, no para ser iguales a él, sino para ser nosotros mismos y convivir con los demás. Porque esa era la meta de San Martín: la paz, la hermandad, la igualdad, la equidad. Además de la Libertad, ese es otro de sus legados para los argentinos y americanos del presente; y honrar su memoria no sólo implica recordarlo en el día de su fallecimiento, sino poner en práctica todos los días sus ejemplos y enseñanzas más humanas.
Dijo San Martín en su carta Estanislao López: “Unámonos paisano mío, para batir a quienes nos amenazan: divididos seremos esclavos; unidos estoy seguro de que los batiremos; hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra obra de honor. Mi sable no saldrá jamás de la vaina por opiniones políticas; usted es un patriota y yo espero que hará en beneficio de nuestra independencia todo género de sacrificios…”
Colegio San Patricio 
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